Obra en inglés


The Weekly Day of Rest, its origin and true purpose.  (1910). Sermon.
El día semanal de descanso, su origen y verdadero propósito. Sermón.



Bexleyheath and Welling. Being a contribution to the history of the district. (1910)
Bexleyheat y Welling. Contribución a la historia del distrito. 






The Thoughts of the Master: being the message of the Messiah as handed down by Lucanus and interpreted for the members of his own Bible classes by the Revd. F. de P. Castells. (1911)
Los pensamientos del Maestro: el mensaje del Mesías cmo nos fue trasmitido por Lucas e interpretado para los miembros de las clases de Biblia del Revd. F. de P. Castells.


Arithmetic of Freemasonry. (1914)
Aritmética de la Francmasonería.








The Geometry of Freemasonry ... Reprinted from the Transactions of the "Authors' Lodge.". (1915)
La Geometría de la Francmasonería. Plancha presentada en la Logia de Autores.


The Work of the first Twenty-one Years of the Lullingstone Lodge, no. 1837, Wilmington, A.D. 1879-1900. (1916)
Los trabajos de los primeros veintiún años de la Logia Lullingstone nº 1837, de Wilmington, de 1879 a 1900. 



The Village of Stone (Kent) and its Druidical Circle in Pre-historic Times ... Reprinted from "The West Kent Advertiser.". (1916)
La localidad de Stone (Kent) y su Círculo Druídico en los tiempos prehistóricos. Reimpreso a partir del West Kent Advertiser.


Was Sir Christopher Wren a mason? Reprinted from the Transactions of the "Authors' Lodge.". (1917)
La Geometría de la Francmasonería. Plancha presentada en la Logia de Autores.


The Old Roman Road in West Kent, from Greenwich to Springhead ... reprinted from "The Dartford Chronicle.". (1920)
La antigua vía romana al oeste de Kent, de Greenwich a Springhead. Reimpreso a partir de The Dartdord Chronicle.


The Apocalypse of Freemasonry. (1924)
El Apocalipsis de la Francmasonería. 







Antiquity of the Holy Royal Arch. (1927)
La antigüedad del Santo Arco Real. 






The Origin of the Masonic Degrees. (1928)
El origen de los Grados Masónicos. 




Prehistoric man in Genesis. A study in Biblical anthropology, giving the true reading of the first chapters of the Bible. (1929)
El hombre prehistórico en el Génesis. Estudio de antropología bíblica, ofreciendo la verdadera interpretación de los primeros capítulos de la Biblia.





Historical Analysis of the Holy Royal Arch Ritual. (1929)
Análisis histórico del Ritual del Santo Arco Real. 




Organization of the Royal Arch Chapter two centuries ago. (1930)
La organización del Capítulo de Arco Real hace dos siglos. 


Genuine Secrets in Freemasonry Prior to AD 1717. (1930)
Los genuinos secretos de la Francmasonería antes de 1717. 





English Freemasonry in its period of transition 1600-1700. (1931)
La Francmasonería inglesa en su período de transición 1600-1700






El poeta de Perth y la Francmasonería.

La Masonería, tal y como la conocemos, ¿se ha desarrollado a partir de la antigua hermandad de la Rosacruz? El reverendo F. de P. Castells, quien ha estudiado la «Francmasonería Inglesa en su Período de Transición, 1600 – 1700 (London, Rider, 7 chelines y seis peniques), afirma que sí, y al igual que muchos otros autores anteriores encuentra cierto apoyo para su teoría en las líneas de un olvidado poeta de Perth.

Henry Adamson, autor de «El lamento de las musas» (The Muses Threnodie), en el curso de dicho poema predijo que el puente sobre el rio Tay en la Bella Ciudad[1], que había sido destruido en 1621, sería reconstruido por el rey.

Adelantándose a la pregunta de cómo tenía el don de la profecía, añadió:

Pues nosotros, los hermanos de la Rosacruz,
Tenemos la Palabra de Masón y la Segunda Visión,
Y bien podemos predecir lo que acontecerá.


El Sr. F. de P. Castells argumenta a partir de esto, como otros muchos autores han hecho, que todos los hermanos de la Rosacruz tenían la Palabra de Masón y que Adamson infería que los miembros de una orden eran miembros de la otra. 


¡Pero Adamson nunca supuso nada de ese estilo! El poeta hizo creer que tenía el don de la profecía y creyó necesario demostrar sus credenciales. Por ello señaló que entre sus títulos se hallaban el de miembro de la Rosacruz, la posesión de la Palabra de Masón[2] y el don de la Segunda Visión[3]

Pero no dijo, como estas personas quieren hacernos creer, que todos los hermanos de la Rosacruz tenían la Palabra de Masón, como no quiso decir que todos los hermanos de la Rosacruz tenían la Segunda Visión. 

Si el Sr. F. de P. Castells examina el poema, y no meramente estas líneas, se percatará de que su interpretación es errónea. 


El propósito de este libro es mostrar que había una sociedad secreta e instruida en el siglo XVII, de la cual surgió la Masonería. Su entusiasmo por este punto de vista es indiscutible, pero los estudiantes críticos encontrarán muchos puntos débiles en sus argumentos, y no yerro al decir que él no convencerá a aquellos que creen que la Francmasonería deriva de los antiguos gremios operativos y de las guildas de constructores.



[1] The Fair City en el original, «la bella ciudad», que es el sobrenombre con el que se conoce a Perth desde que en 1826 Walter Scott publicase su novela La bella muchacha de Perth (The fair maid of Perth).
[2] La transmisión de la Palabra de Masón es el germen del actual ritual masónico. Este rito fue creado por masones calvinistas que no podían aceptar ciertos usos del Rito de los Antiguos Deberes (de corte primero católico romano y posteriormente católico anglicano).
[3] La Segunda Visión, elemento con mucha raigambre en la tradición escocesa, consiste en la habilidad para ver acontecimientos futuros.



Our Ancient Brethren the Originators of Freemasonry ... An introduction to the history of Rosicrucianism, dealing with the period A.D. 1300-1600. (1932)
Nuestros antiguos Hermanos los Creadores de la Francmasonería... Introducción a la historia del Rosacrucismo, tratando el período de 1300 a 1600.













DISCURSO ANTE LA CONFERENCIA ECUMÉNICA MISIONERA
(NUEVA YORK,1900)

Sudamérica. 



Señor F. de P. Castells, Agente de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera en Costa Rica. 



Deseo corregir dos ideas equivocadas que considero bastante extendidas en lo referente a al territorio al sur de los Estados Unidos. La primera es que todo él es español. Esto no es cierto. En Méjico, por ejemplo, se dice que no más del quince por ciento son de origen español. Parte de su legislación, así como la lengua oficial, es española, pero a duras penas puede ser considerado un país español. A esto hay que añadir que al salir del golfo de México, a lo largo de toda la costa atlántica, de Yucatán a Brasil es el inglés y no el español lo que predomina. En la República de El Salvador, por otra parte, no menos de un cuarto de la población total todavía habla sus dialectos; y en Guatemala, de 1.800.000 habitantes, más de 1.000.000 desconocen por completo el rico castellano, y no hablan más que sus propias lenguas primitivas. Todo el mundo sabe que los 16.000.000 de habitantes de Brasil hablan portugués. Las guineas son inglesa, holandesa y francesa. En el corazón de Sudamérica la mayoría de los habitantes son indios puros, y un amplio porcentaje todavía emplea el quechua, guaraní y aimara. En el extremo meridional hay también un gran número de indios no registrados que no tienen nada de españoles. De hecho, mi estimación es que a duras penas un tercio de los sudamericanos tienen sangre española en sus venas, y que no más de la mitad pueden decir que el español sea su lengua materna. Estos hechos muestran la gran importancia del trabajo misionero entre los indios. 


En segundo lugar, se da la falacia de que asumimos que los pueblos de Sudamérica, a quienes los manuales de geografía consideran cristianos, conocen el evangelio y no necesitan ser evangelizados. Sudamérica es un continente en manos de los curas, sin vida familiar, entregado a la anarquía doméstica, a las bacanales religiosas, a la adoración de imágenes grotescas, a la práctica de ritos paganos o semipaganos, y al control de unos sacerdotes disolutos cuyo principal negocio parece ser ese vergonzoso tráfico de almas en el que han alcanzado fama universal, y para el cual el evangelio de cristo se ha convertido en una mera excusa. 

Fuera del entorno de los 750.000 protestantes existente, la mayor parte de los cuales son extranjeros, no solo son desconocidas las palabras del Evangelio, sino que me atrevo a decir sin miedo a equivocarme que, para la mayor parte de la gente en esos territorios, la muerte de Cristo es todavía una tragedia vacía y sin significado. Encontramos ahí la forma más degradada de romanismo que pueda imaginarse. Algunos católicos romanos que van allí, tanto europeos como americanos, no la reconocen como su religión, sino que prefieren asistir a iglesias protestantes. De la gente de a pie, solo unos pocos tienen algo que se parezca a una concepción clara de los dogmas romanos. Vosotros os preguntaréis: ¿Cómo entonces pueden los sacerdotes mantener su dominio sobre el continente? Es únicamente a través del miedo a lo invisible y al mundo por venir, temor que es instintivo en el hombre. Del mismo modo, a día de hoy, casi 7.000.000 de personas en Sudamérica todavía practican, de manera más o menos abierta, a las supersticiones y fetichismo de sus ancestros, y nunca se han sometido a ningún credo cristiano, siendo quizá el doble los que viven más allá del alcance de la influencia cristiana, incluso tomando la palabra «cristiano» en su acepción más amplia. En todas las ciudades portuarias hay comunidades de extranjeros protestantes amplias y crecientes, generalmente bien provistas de ministros y lugares de culto. Pero los nativos están aún por enseñar, cuando no son sencillamente olvidados. En Uruguay parece que hay un ministro por cada 200 protestantes extranjeros. Pero los misioneros que trabajan entre la población rural son aproximadamente uno por cada 100.000 personas. En Brasil, igualmente, para los 140.000 residentes extranjeros que son protestantes hay 120 trabajadores. Esto supone el doble de los misioneros que trabajan para los 16.000.000 nativos brasileños. En la República Dominicana hay algo más de una docena de predicadores que llevan a cabo un excelente servicio entre los negros de habla inglesa provenientes de otras islas, los cuales son protestantes; pero nadie presta atención a los nativos. Y en la pequeña República de Costa Rica, para los 5.000 protestantes que han llegado de otros países, tenemos ocho trabajadores, mientras que para los nativos, que suponen sesenta veces ese número, únicamente tenemos dos. Hermanos, ¿deben ser así las cosas? Por supuesto, dejemos que los residentes extranjeros tengan sus iglesias y ministros. Pero si nuestro cristianismo no es del tipo agresivo, debe ser sin duda algo muy mezquino, pues ello implicaría que no somos sinceros. 

La historia de los últimos setenta y cinco años o más, el período de independencia política disfrutado por las repúblicas de Sudamérica, ha supuesto una lucha continua por la hegemonía entre el gobierno civil y la Iglesia de Roma, siendo la causa del gobierno abanderada por un partido radical llamado generalmente liberal, y siendo la causa de la Iglesia defendida por un partido clerical denominado conservador. En algunas de las repúblicas, como México, Guatemala y Chile, la autoridad civil ya ha triunfado, de modo que los misioneros protestantes cuentan con la protección de la ley. Pero en los otros, el cura supone todavía un poder, y nuestra posición es muy diferente. Podemos ser tolerados, la ley escrita puede sernos más o menos favorable; pero el fanatismo imperante y la presión ejercida por el clero sobre las autoridades locales anulan por completo la ley, y el misionero se ve abocado a sufrir. 

En México nuestras misiones protestantes han enraizado con fuerza, y hasta 70.000 mexicanos han sido traídos bajo el poder de Cristo. 

En las cinco repúblicas de Centroamérica, con unos 5.000.000 almas, hay cincuenta trabajadores que pertenecen a cinco misiones diferentes. Un distrito, la Costa de los Mosquitos, ha sido plenamente evangelizado por los hermanos moravos, quienes aportan dos quintos de nuestra fuerza misionera; pero el resto del territorio apenas ha sido tocado. 

Las Antillas Menores han sido bien evangelizadas, principalmente por misioneros ingleses, mientras que las Mayores cuentan ahora con más misioneros procedentes de este país. Las Antillas Francesas, con 500.000 almas, son todavía un área muy necesitada. 

Para la totalidad de Venezuela, con 2.500.000 habitantes, no hay más que siete misioneros. En Colombia, que tiene más de 4.000.000, no hay más que tres misiones. En Ecuador el poder romano está roto, y actualmente no solo la Biblia puede circular libremente, sino que ya se han establecido misiones por parte de cristianos americanos. 

En Perú, con 5.000.000 almas, el venerable Dr. Wood era, hasta no hace mucho, el único trabajador; pero ha sido reforzado, y ha sido establecida una nueva misión, muy prometedora, asociada con la Unión Misionera de las Regiones Remotas. Cuando estas nuevas avanzadas aparecieron, los sacerdotes se opusieron y difamaron a los misioneros cuya estrategia parecía tener éxito. Ahora, no obstante, la tendencia es eliminar anteriores restricciones, más que imponer otras nuevas. 

Brasil tiene un territorio tan vasto como los Estados Unidos. Su actual población se acerca a 18.000.000, pero entre ellos solo hay cincuenta misioneros trabajando, más el mismo número de ayudantes nativos. El número de brasileños convertidos excede los 8.000. Los dos millones de aborígenes del interior no han sido contactados todavía, pero la Sociedad de Evangelización de Sudamérica de Toronto intenta ahora poner los medios. 

En Uruguay, que viene ahora, se está haciendo un buen trabajo, pero el personal de ambas misiones es insuficiente para el millón de almas que les rodea. 

Lo mismo podría decirse de Argentina, con sus 5.000.000 habitantes. Pero, felizmente, se presta a esa república más atención cada día. La más notoria de las misiones protestantes es la de la Sociedad Misionera Sudamericana en Tierra del Fuego, donde una tribu de salvajes, sumida en el más bajo nivel de civilización, ha sido humanizada y cristianizada. 

La más avanzada de las repúblicas es Chile. Pero el evangelio es allí tan necesario como lo era en la antigua Atenas o en Roma. Los misioneros que realizan allí su labor entre sus 4.000.000 habitantes son en torno a los sesenta. En algunas zonas han tenido un notable éxito. 

A continuación, en el corazón del continente, hay dos países más: Paraguay, que tiene 750.000 almas, y hasta ahora apenas se ha realizado un trabajo misionero incipiente; y la pobre Bolivia, con 2.500.000 almas, la cual ahora resulta fácilmente accesible desde el Pacífico a través de los ferrocarriles de Perú. El único trabajo realizado allí ha sido efectuado por los agentes de las Sociedades Bíblicas y algunos otros que se han adentrado en ese país, Biblia en mano, para preparar el terreno con vistas a un trabajo más permanente. 

Resulta difícil conocer la actual fuerza misionera establecida en esos países, dada la gran variedad de organizaciones y la dificultad de obtener informes completos. Pero no creo que tengamos más de 300 misioneros (sin contar las esposas), o lo que es lo mismo, uno para cada 200.000 almas. Y haya más o haya menos, el hecho es que, como los misioneros no están y no pueden estar distribuidos de manera homogénea por el continente, el cálculo de tal proporción es únicamente teórico. El grueso de esas multitudes queda mucho más allá del alcance de las influencias evangélicas. 

Por otra parte, es debido a esta falta de predicadores y evangelizadores por lo que deberíamos valorar más los esfuerzos llevados a cabo por las Sociedades Bíblicas. Durante los últimos siete años estas sociedades han realizado un gran avance. Solo la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera tiene de treinta a cuarenta trabajadores permanentemente empleados para extender la Palabra de Dios en los vastos territorios sudamericanos. La mayoría de nuestros esfuerzos, no obstante, han estado dirigidos hasta ahora a los mestizos y criollos hispanohablantes, mientras que los pobres aborígenes han permanecido lejos de la influencia de nuestro trabajo. Esto no será así en el futuro. Algunas partes de la Palabra de Dios han sido ya traducidas para ellos en nueve de las lenguas principales. Lamentablemente, los lectores en esos pueblos no son numerosos. Algunos miles de ejemplares, no obstante, se hayan ahora en circulación. Donde quiera que el colportor ha vendido o regalado un fragmento de las Sagradas Escrituras, ahí se abre una oportunidad de trabajo. La adquisición de ese libro es la prueba del deseo de saber más por parte del comprador.